Somos herederos de nuestro pasado
encadenados a este presente,
mientras vemos llegar un futuro
que, parece, no podemos cambiar.
Y el recuerdo, como siempre, volverá
para estremecer esas conciencias
que se creían tranquilas
pero que no pueden dormir en paz,
pues el sufrimiento vivido
jamás se puede olvidar.
La memoria es nuestra alerta,
es nuestra alarma para no caer,
para no rendirnos,
para no volver a fallar.
Por eso no podemos dejarlo pasar.
No podemos taparnos los ojos,
ni podemos callar…
No podemos dejarnos llevar,
ni podemos mantenernos al margen,
pues el viento sopla a todos por igual.
En mi cielo hay espacio
para todo aquel que quiera volar.
En mi cielo no hay fronteras,
no ideas por las que matar.
En mi cielo solo hay vida,
esperanza y libertad.